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Denunciamos con justa indignación y desagrado a los hombres que están tan seducidos y desmoralizados por los encantos del placer del momento, tan cegados por el deseo, que no pueden prever el dolor y la angustia que inevitablemente les sobrevendrán; y la misma culpa corresponde a quienes fallan en su deber por debilidad de voluntad, lo que es lo mismo que decir por rehuir el trabajo y el dolor. Estos casos son perfectamente simples y fáciles de distinguir. En una hora libre.